jueves, 23 de febrero de 2023

La Guerra

 Hoy se cumple un año desde que comenzó la guerra de Ucrania. ¿Qué es para mí una guerra? Me lo pregunto cómo quien se pregunta qué es para mí la felicidad. Cómo si pudiese resumir algo de tamaña magnitud en una palabra, en una sensación, en un verso. Hace años que escapo del morbo fatuo. Cuando era más joven bailaba al son del chismorreo, del suceso, el juicio. Me dejaba engatusar por la foto sensacionalista, por el espanto de los casos escabrosos que inundaban los medios de comunicación. Hoy no lo hago; pero eso no significa que le dé la espalda a la realidad, básicamente porque la realidad se cuela en las redes sociales, en las conversaciones, en la televisión que preside cada cafetería, en las portadas de los periódicos; y entonces uno ve ciudades explotadas, edificios con las entrañas abiertas, coches reventados, paisajes violados por cosas que matan, e imagina que su pueblo o su ciudad podría ser ese pueblo y esa ciudad y su hogar un espacio de ceniza y sangre. Y además está lo inefable, eso que hace que gires la mirada por no enfrentar lo insoportable, eso que se queda pegado al cuerpo y a la memoria como se queda pegada la imagen de tu padre muerto: Los hombres armados, las mujeres gritando, los ancianos con las manos pegadas implorando a un Dios que está vencido. El miedo metido en maletas, subido a camiones, autobuses, trenes, huyendo, huyendo. Y el que se queda, escondido en túneles, en refugios, en casas rotas, protegiendo a los niños. Los niños. La guerra es un niño desconsolado y solo, con la mirada pervertida para siempre por el terror. Una mano infantil y blanca con las uñas sucias de tierra, de odio y de dolor.

miércoles, 14 de abril de 2021

Enero y negro



Es inútil enumerar los golpes que han tejido tu espalda

Peor es encontrar un lugar para éste

Que tiene cara de holocausto, de genocidio, de celda sin aire y sin suelo

Habrá que buscar en lo profundo

En el fondo del cajón

Donde se guardan las cosas azules, los pañuelitos bordados

Doblar aquel día de Mayo y la fotografía de esquinas brillantes

Por hilvanar un silencio virgen y puro

Como debería ser siempre su imagen, inmaculada y libre

Y la música sonando alrededor

miércoles, 21 de octubre de 2020

Cormoranes al viento

lloraba viendo los cormoranes pescar

mecidos en el negro marino con su negro plumaje

ajenos al temporal

en una danza de sangre y agua

 

las nubes en explosión lenta

desmembrandose

capa sobre capa

tiñendo lo alto

 

 

¿te irás?

estoy aquí

soy la suma de cada grieta

luz y ocaso

ha parido mi madre entre dolor y silencio

esta mujer de voz de incienso

de sueños mudos

de abrazos muertos.

martes, 29 de septiembre de 2020

Acacia de sal



ya no hay carteros

no escribo cartas

no las envío, ni las recibo

 

nunca he contado la verdad en las cartas

eran sueños

quimeras

pintadas de rosa y lazo

descripciones bucólicas

cosas que no son de aquí ni de ahora

yo no soy de aquí ni de ahora

pienso

mientras deslizo en mi memoria tu adiós

tus manos tibias que no saben asirse

tus palabras que son viento y por eso se van

aquello que dijiste bajo la Acacia ya es abono

humedece la arena y la tiñe de negro

no hay acomodo para el desgarro

sale el sol y no me alegro

martes, 23 de septiembre de 2014

Wilder también tiene "su toque"




Billy Wilder y Charles Brackett






Quizás, porque uno se construye con muchas más cosas que unos padres y un colegio, y quizás, porque uno tiene una seña identitaria más allá de la conducta aprehendida, lo cierto es que hay tipos que se diferencian de la masa común, y de qué forma.

Ya es sabido por todos, que Lubischt es ese mentor omnipresente que se aparece como una nube de pitillo rubio cada vez que alguien se topa con una biografía, o lo que sea que tenga que ver con la vida del bueno, de Billy Wilder, pero si en el caso del alemán eran las puertas el recurso visual que decía y escondía todo, en el caso del austríaco de metro ochenta son los antihéroes (ya sean hombres o mujeres) redimidos por el amor puro; ese que, nos pongamos como nos pongamos, todos ansiamos en el fondo más cursi y más profundo de nuestros anhelos.

Esta semana me ha dado por Wilder, y para empezar por el principio o casi (porque me he saltado toda su época alemana y algo más),  he visto cuatro de las pelis que guionizó con Charles Brackett. Y en todas ellas está el toque Wilder.

Al final siempre es lo mismo, chico conoce chica o viceversa, pero con una elegancia y un sentido del humor que embellecen la vista, el oído y la mollera.

Os dejo mis recomendaciones de esta semana, porque la vida, y no sólo a veces, es gris ladrillo de hormigón, y menos mal que alguien ahí fuera ha hecho cosas para, cuanto menos, darle un poco de color.

  • La octava mujer de barba azul (Bluebeard's Eighth Wife, 1938)
  • Midnight (1939)
  • Ninotchka (1939)
  • Arise, My love (como no sé inglés, uno de mis defectos confesables, y no he podido encontrar los subtítulos en español, pues me la he perdido)
  • Si no amaneciera (Hold back the dawm, 1941)


lunes, 28 de abril de 2014

emma






Tu madre es una caja de música
Pequeña
Desbaratada de carcajada
Locuaz y brillante
Con la niña bordada en los ojos a pesar de las lágrimas


Tu madre es un rincón donde sentarse a ver pasar las gaviotas
Un piano 

Tu madre es la vida que peleas y gozas, es tu hija, es tu mirada
Es el tesón y el coraje con que te viertes cada mañana

Un lugar indómito que eres tú, 
vivirá siempre en ti y eso no lo arranca ni el tiempo ni nada










Ilustración de ©Ani Castillo


jueves, 24 de abril de 2014

marzo



salía el sol más allá del peral
los campos iban mostrando la escala de color del amarillo al azul
 luciendo según la cercanía a la casa

nunca había silencio, la voz de los animales, del viento, de la tierra

comenzaba un día, como un bloque de granito inalterable, orgánico y mortal

la luz devolvía la bondad al paisaje, esa que se había dejado aniquilar por las sombras

la leche hervía como sangre blanca

mi abuela llevaba capas de ropa, oscuras, de lana, de cuadros, nadie la imaginó desnuda

las gallinas transitaban de puntillas
la bocina del pescadero, el pan, el pilón húmedo y verde, el tedio de la tarde esperando la nada

si llovía, sacábamos las plantas de interior para que bebiesen salvajes

cuando el sol se ponía, más allá del tejado roto, las gallinas se guardaban, el abuelo regresaba con el carro y el humo
la televisión contaba cosas en dos colores y la leche hervía de nuevo
 
como sangre rota




Painting © Akane Koide