lunes, 17 de marzo de 2014

Reseña: El Adversario de Emmanuel Carrère

Emmanuel Carrère via http://www.lapresse.ca



El adversario. Qué nos cuenta

Un tipo normal y corriente, de clase media alta, ejecuta a sus dos hijos, mujer y padres. ¿Por qué? A veces sucede que la vida despoja al ser humano del celofán de civismo y buenas formas, de educación en colegio privado, de respeto y cortesía; el hombre, olvidado del hombre, regresa a la época de la casa en la cueva, del pie descalzo, del sobrevivir sea como sea. Los sucesos, esa parte del periódico que leemos pretenciosamente, creyendo que se trata de cuestiones de extrarradio, marginales, cosas de poligoneros, de inmigrantes descarriados, asuntos que están lejos de ensuciar nuestra rutina de series de culto, conciertillos indies y planes de fin de semana alejados de la manada, de la que, por supuesto, no formamos parte; cosas que le pasan “a los otros”; pero no se equivoque, querido lector, somos manada.

Tenemos un asesino dentro.

Estamos locos, desquiciados, somos neuróticos, queremos matar y con la mente lo hacemos. Carrere, se mete en un suceso “de ésos”, disecciona la vida de un hombre, igual que tú, que se equivoca y un día, da un paso más al otro lado del precipicio, donde no hay asideros, y revienta la armonía de la vida cortés, de los pilares básicos, del satén mullido de la convivencia, y se deja arrastrar en un canibalismo total por la locura más abyecta, y mata a toda su familia, y Carrere, lo cuenta tan bien, lo narra de una forma tan delicada, ligera, que sientes todo al lado de Jean-Claude, (así se llama él), navegas de la mano de su enajenación, el corazón se va acelerando a medida que el desenlace fatal se acerca, y quisieras meterte y asirle y decirle “No, Jean-Claude, hay esperanza para ti, déjame enseñarte el desvío a la orillita fértil, el quiebro para que puedas salvarte y no perecer en la peor de las muertes, que es la vida equivocada y mugrienta y clausurada y de horror y angustia y locura en el que te vas a meter” Pero uno lee y ya está. Y Jean Claude se pierde ante nuestra mirada arenosa, la misma que debían tener los espectadores de la guillotina. Con esa mezcla de estupor que da el regusto del morbo y la vergüenza de sentirlo y disfrutar. Esos que entienden que sí, que tiene que penar porque es culpable y mátenlo, mátenlo, pero que al mismo tiempo genera una compasión hermana de hombre a hombre, de loco a loco.

Recomendación

Lee El Adversario, disfrútalo, siente y sufre con Jean –Claude, aunque ya sabemos que a ti “eso” no te puede pasar.


photo vía lapresse

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